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Mostrando entradas de julio, 2014
I.- La semana pasada estuve viendo "unsere müller, unsere räter" ( nuestras madres, nuestros padres), serie alemana de éxito sobre un grupo de jóvenes berlineses en la II Guerra Mundial. Tarde algo más de tiempo por varias ocupaciones. Algunas, ciertamente, poco gratificantes. No por el encargo, un capítulo sobre derechos del niño y relaciones familiares. El tema que propuso Jorge Ferreira es pertinente. Sino porque uno se da cuenta de sus limitaciones al escribir un trabajo académico. Sobre todo si lo comparo con la clara expresión del profesor Grossi, en su libro "la propiedad, otras perspectivas" que publica la Fundación Coloquio Jurídico Europeo. La serie está formalmente muy bien hecha. Ahora bien, ideológicamente  no deja de mostrarnos la necesidad de"separar" al sujeto colectivo responsable de la II Guerra Mundial de la sana historia del pueblo alemán. Varios rasgos sirven al efecto. Los dos únicos protagonistas que se "contaminan"

Si hay un sitio en donde morir: la Paramera de Avila

La sierra se va apoderando del terreno, algún pino resiste, las masas graníticas se extienden entre el rebollo que verdea el suelo. La carretera se hace más pequeña y se va imponiendo a mi izquierda el macizo de Gredos. Majestuoso hace pequeña toda labor del hombre. No ulula el monte próximo, sólo se oye el roce de la ambulancia con el asfalto. Dejamos el cruce del Burgohondo. Subimos hacia la Paramera. La sierra está calma por la estación de verano en su comienzo. Ciertamente no es mal sitio para morir. Si, si hay lugar para morir es éste que no otro. No quiero ser un número en la ciudad inhospita; sí, aunque se trate del Cementerio de la Paz de Tres Cantos, donde mueres en la apariencia de ser Onassis. Las masas de tumbas de San Isidro, San Justo y la Almudena, me espantan. Sube la ambulancia conmigo dentro; yo, pastueño, conformista con la decisión prudente  de la médico argentina que me manda al Hospital Virgen de Sonsoles, en  Avila. Si, si hay ciertamente un sitio donde morir