Un ratito por la Cava Baja: la Solea
El tinto manchego me sienta bien - nunca ha habido caldo alguno en casa de Paco que me haya dado una mala noche-. Te asaltan los recuerdos mirando la estatua de la mujer al estilo Romero de Torres que preside el salón. Te sabe la boca a aceitunas aliñadas y lomo. Si, pasado el tiempo, van amontonándose los sueños. Los años noventa y dos sitios fundamentales ya desaparecidos, el Tabanco de Ramón - en el pasadizo que va desde la Calle Fernandez de los Rios a Fernando el Católico- y la Solea - allí en la Cava Baja, enfrente a Casa Lucio-. Esta era nuestra ruta de todos los jueves, donde nos juntábamos un grupo para cantar y hablar de flamenco. Oigo de vez en cuando la voz de Chunchi Ruiz-Calderon, extraordinariamente afinada cantando un fandango. Más tarde, en la taberna de Francisco, aparece Carlitos, es decir, Jose el Duende , gitano de la Latina, ansioso de whisky y cante. Si, tuve una mala idea regalando-le un poemario de Rafael de León. No fue una broma, os lo juró. Paco