La Ciudad de N de Leonid Dobychin y mis dudas

I.-


No se como catalogar lo que he leído. Dice N. Cornwell (Reference Guide of Russian Literature) que la experimentalidad del autor no fue entendida por sus contemporáneos, ya que no podía adscribirse a los dictados del realismo socialista ni tampoco a la prosa cuidada y trabajada de Zamiatin o Pilniak. Permaneció en la periferia, su texto era contrario a la tendenciosidad ideológica de la época. El escritor desapareció días más tarde de ser atacado por la Unión de Escritores de Leningrado - San Petersburgo-. Dice R Borden ("The Flogging Angel: Toward a Mapping of Leonid Dobychin´s Gorod En", The Russian Review, Vol. 60. nº2 (April 2001) que la novela nos golpea como un conjunto arbitrario y localista , lírico y, a al vez satírico; para entenderla, nos sugiere realizar un seguimiento de paradigmas icónicos que van introduciéndose, sin aparente importancia; para, después ir derramándose en la conciencia mitológica del niño que los narra, observando cómo, a través de la imitación, la sustitución, y la inversión, estos paradigmas dan forma a la comprensión de su mundo.

II-

No obstante, no estoy de acuerdo con dar tanta relevancia a lo  satírico - por supuesto tampoco a lo  crítico -. No la tiene en   la "intralectura" de la novela, entendiendo por esta esa observación final del texto y autor:

"Cuando oscureció aquella tarde vi que había muchas estrellas y que tenían rayos. Me paré a pensar que todo lo que había visto hasta entonces lo había visto mal".

En ningún momento el autor pretende confrontar la que dicen "vulgar, reprimida y depredadora sociedad" en la que vive en la infancia/adolescencia. Más me parece que se vive en niño con perfecta normalidad. Otra cosa es que comience a sospechar que la visión que le es dada y la que el niño, a través de su interpretación, deduce no es completamente la realidad. Creo, siguiendo la crítica que hace V. Nabokov sobre la interpretación de Almas Muertas de Gogol  (Curso de Literatura Rusa), que puede haber un exceso de criticismo social en la aproximación de la crítica al mundo de estos dos autores. Es más, sólo se puede entender perfectamente la novela, cuando se comienza a recordar la forma en que el mundo adulto se nos fue introduciendo en la infancia. Y sólo, cuando además, se ha vivido en un ambiente religioso y burgués. 

Leonid, para mi, sólo quiere presentar al niño absorbiendo, muchas veces, de modo naïve, un mundo  que va conociendo. Sus lecturas, los episodios de su vida - fuertemente condicionada por lo religioso que se "vivía" en las costumbres de la burguesía- sus interpretaciones de las mismas, metáforas y absorción de personajes de la literatura rusa, sólo se entiende a través del tamiz de una mente de niño. Del conocimiento inducido por los mayores, va descubriendo paradojas y contradicciones. Y todo ello con una redacción, aparentemente desordenada, puntual, aparentemente sin sentido, pero que nos va haciendo retroceder a ese mundo extraño del niño que fuimos; en donde todo se veía por impresiones, sin una carga memorística o explicativa, que nos hiciera ver los fenómenos como "naturales"; es decir, tan regulares que no nos sorprendían. Ese lado mágico, unido a una "impresión" absolutamente pictórica de los elementos culturales de la Rusia de finales de Siglo y comienzos, es lo que desborda un mundo de sensaciones y nos hace ver esta novela como una auténtica joya.


III.-


Todo esto está muy bien, pero ¿Porqué Dobychin  titula "la ciudad de N"? mi duda no se agota ya en la segunda lectura ni puede ser resuelta por Borden, tal vez demasiado moderno e ingles para entender. El mundo gogoliano leído, su proyecto inacabado en "Almas muertas" como representación de infierno y fracasado cielo (resurrección), nos pudiera dar una clave que no veo en la crítica. Es más no veo una escritura simular - no sólo en calidad- en nuestras letras occidentales, porqué tendría que estar pegado a nuestra conciencia  el mundo religioso/icónico, como pasa en la Rusia ortodoxa.   No hay ninguna ironía en la novela, sólo la conciencia de la existencia de "lo vivido" como un mundo derrotado por la madurez y, mas tarde, desaparecido. De forma que el relato es "transmisor" de imágenes, iconos, impresiones que el autor sabe en desaparición, no solo por la madurez, sino por las consecuencias de la Revolución de 1917 y el comienzo de la dictadura staliniana. No puede haber ironía en una evocación tan detallada y cuidadosa, sólo la paradoja de ver irse una representación del mundo ("la ciudad de N"). Algo tan sutilmente trazado, tan hermosamente detallado, sólo es producto de la rememoranza.

Cuando estuve en San Peterburgo, en 2012, vi con espanto como no había posibilidad de reconstruir algo tan bello. Sólo sentí algún alivio en los cánticos que en la catedral de Kazan realizaban las fieles. No, lo niego, también en la mano amiga de la feligresa que cuidaba la Iglesia de San Nicolas II, cuando me regaló un icono de Serafin de Sarov - ese mes había leído "Sal de la Tierra" y me pareció el encuentro evocador -; la iglesia estaba  entre edificios de pisos socialistas, sucios, de aparente altitud (de miras); estos despoblaban cualquier ilusión de futuro. Pero, el calor, el calor del alma rusa no se va.... A pesar de lo que dice Borden, 265 :"Here lies one cause of N´s fallen status: the ideal world -represented (poorly) by likes of Father Fedor, a bully, and the lubricious Father Niklai - have been dragged to the ground, made indistinguishable from the material".

IV.-

La infancia y su "derrota", el fin de la nata que surgía de las distintas cocciones de la leche de cabra en la cocina de leña,  esa leña de vid amontonada en la cuadra del fondo del garaje, su crepitar en el único sitio de la casa del abuelo que había calor en invierno. Su retrato relajado en ese salón junto a una mesa camilla llena. La foto admirada de la niña muerta, vestida de blanco, rodeada de seráficas monjitas, en el anuario de la Revista del Sagrado Corazón de la Abuela - ¡había muerto para salvar su virtud¡-. El camino de regreso nocturno por la  Calle Alcala, después del rosario en San José o la Iglesia del Carmen - Orden tercera maravillosa-. La mano blanca, inmaculada, que parecía no poder dar calor por sus venas azuladas y, sin embargo, tan añorada. El perfume floral de la abuela.

Todos estos recuerdos van surgiendo en mi. Quinta de Fuente del Berro, su parque infantil rodeado de abetos centenarios, lagos, castaños. Veo como el pelo lacio de Jacobo va nadando al ritmo que doy al columpio, a lo lejos esta la estatua de Pushkin mal trazada, me sorprende que esté ensimismado y no viendo el derredor. El niño tiene la mirada absorta en una madre de rostro suave, blanca piel y gesto elegante, va lanzando su mano junto al impulso hacia la mano de su hija que quiere ser asida, el niño parece tener una impresión, un recuerdo afectivo, "darling" mama, Patricia.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La desconfianza en el futuro nace de nuestras escasas raices con el pasado

III.- Una crítica a la justificación ética del trabajo social

Apuntes sobre lecturas (Valle Inclan , su manuscrito inédito de el ruedo ibérico y Proust y su mundo de los Guermantes) después de dos años de escritura jurídica