Nuevo cine italiano: No sólo esta Sorrentino, también existe Guadagnino

 La Navidad te permite tener más tiempo para el ocio; salvando el tiempo de los niños, siempre ojos avizores sobre cualquier debilidad por tus paraísos. Previamente, a las películas que voy a comentar, tuve la fortuna de ver en estos pasados meses, "Roma" de Fellini, y  de recuperar " la Noche" y "la Aventura" de Antonioni. Esta última siempre aparece en el recuerdo, bajo una letra de Ute Lumper   que todos los fines de año debíamos cantar y ensayar para fastidiar a la amachu. Monica Vitti o Jeanne Moreau, como elementos del santoral laico siempre fueron un acicate. 

Por ello, por esa extraña relación que siento por las películas de los años 60 y 70, es por lo que tanto he disfrutado de Sorrentino, "fue la mano de Dios" (2021),  y de Luca Guadagnino, " Yo soy el amor"(2009). Son distintas, salvo en una cosa: el respeto a lo clásicos. 

Si, en el respeto, se nota la influencia no sólo del Fellini de "Amarcord" (1973), sino también al de "Roma"; dice el director que estaba influido por Cuarón, pero dicha influencia es técnica. Sin embargo, la filosofía es felliniana hasta el punto que el drama es rebajado por todos los elementos externos a él; las legendas de San Genaro y el monjecillo, la familia como microcosmos, la llegada de Maradona a Nápoles , el entorno de la Campania. Estos van integrándose al inicio para que,  cuando ocurra el hecho luctuoso que transformará su vida, tengamos claro que va a perder el protagonista. En esta segunda parte, el director se contiene, habla de él,  y, por ello, creo que pierde la orientación artística - a pesar del sublime dialogo con el director de cine, Capuano-. ¿ Se puede hacer una obra artística autobiográfica?

La segunda  recupera un cine estilizado, propio del Antonioni que he señalado. Sin embargo, el entorno de la alta burguesía milanesa no es aprovechado totalmente para hacernos ver como la sociedad capitalista nos enfrenta a nuestras propias pulsiones, mostrándonos como seres alienados en su conjunto. No exactamente: En  la película de Guadagnino, el individuo cobra especial relevancia en Emma Recchi (Tilda Swinton). Mujer absolutamente alienada; de hecho hasta se olvida de su nombre rusa, pues cuando llega a Italia, su marido, Tancredi, se lo cambia. La elección de la artista es muy afortunada por su aspecto hierático que, a partir de la pasión, va transformándose. Como viene siendo habitual en esta clase de filmes, toda liberación supone drama. En este caso, se añaden los elementos modernos que transforman dogmáticamente el filme: Si va a tener un amante,  no busquemos al "obrero" o al "intelectual" sino al cocinero - culturamente, algo hemos bajado desde los reality de cocina-. Por supuesto, la referencia homosexual de la hija es imprescindible en la modernidad. La familia, como no, se alía con el capitalismo financiero ; ogro máximo de la pulsión izquierdista del director. En fin, debemos obviar las necesidades ideológicas del cine moderno si deseamos encontrarnos con la belleza. Lo esencial son la luz, el color y los elementos de arquitectura y plano, que nos hacen ver y recordar un hermoso cuadro - áureo-; en él una historía de mujeres surge afortunada en un país tan particularmente macho.

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