Nacho Toledano: Un escritor o un ensayista

<<Aquellas letras menores que debería yo despachar a diario por el teléfono, tenían algo de empleo, de burocracia de la profesión libre, y nunca, la realidad, me entusiasmaron, porque hay que hablar de lo que pasa, y lo que pasa es precisamente lo contrario de lo que queda, y porque cada vez estoy más seguro que lo interesante  en un escritor no es que nos cuente eso de lo que pasa, sino lo que le pasa, lo que le ocurre a el. Todo lo que directa o indirectamente no es autobiografía, acaba por no ser nada. Además, lo abstracto es, en literatura, lo único relativamente concreto>>. Cesar Gonzalez Ruano, en  en JCLLop , París: suite 1940, RBA, Barcelona 2007, página. 58.

I.-

Hoy estoy terminando el libro de mi amigo Nacho Toledano, Parada de Postas (2014). Escribe bien y claro sobre su trayectoria política y periodística - esta asociada a la primera en la mayoría de las ocasiones- desde el año 2005 hasta 2013. Cuando leo las crónicas anteriores a la crisis me sorprende la modernidad de sus  ideas políticas - asentadas después en el discurso ciudadano  a partir del 15 M-. Este Nacho, falangista por sentimiento y fidelidad, habla de democracia participativa, medio ambiente, ciudad sostenible, banca publica como si estuviera en un grupo de corte progresista y encima en el Escorial. Y la pregunta es directa: ¿Cómo es que no sigue en el tradicional bucle histórico de la ultraderecha española?; claramente, porque se trata de un hombre con una fuerte vocación política. ¿Cómo se puede tener una vocación política desarrollada en formaciones fuera de toda posibilidad de ejercicio?¿No es una contradicción in terminis? A mi parecer si es contradictorio, es más diría que, al sentirse unido a un pasado - la puñetera autobiografía- no puede escapar del bucle.

Si él fuera más inconsistente con su pasado estaría en otras opciones que ofrecen la misma perspectiva metahistórica (más tarde aclararé este termino)- gracias S. Cavanillas por recordarme lo-: así el ejemplo de Podemos, como partido que actualmente busca  la concentración totalitaria. Así esta idea está magníficamente definida por Ruiz Soroa - uno de los pocos pensadores de ciencia política con claras ideas-: "la nota esencial del totalitarismo es que produce la apropiación completa del lugar del poder consecuente a una negación de cualquier división interna de la sociedad, así como de cualquier posibilidad de alteridad (legitima)".  Cuando el partido integra en su circulo asambleario el conjunto de los intereses o grupos, cuando la política interpreta todo los subsistemas (económicos, jurídicos, mediaticos), se produce el efecto totalitario y  se deja fuera, como algo antagónico, a la "casta". El término totalitario es, sin duda, negativo en la ciencia política contemporánea, por ello Iñigo Errejón quiere molestarse en contestar a la crítica de Ruiz Soroa. En la entrevista de CTXT, indica que "no hay actor con voluntad hegemónica que no aspire a encarnar el universal . Pero esa  es siempre precaria y necesariamente incompleta, lo que es garantía de libertad, de que el poder, con Leffort es siempre un lugar vacio. Por otra parte, ...es cierto que la construcción de un pueblo conlleva la creación de una frontera que define un ellos y un nosotros. Pero esa frontera puede ser en términos adversariales: el "ellos" es legitimo, no se aspira a su destrucción física sino a su derrota política".

Colegirás amigo lector que todavía el que escribe no ha dado la razón por la que, identificando a Nacho con el pensamiento totalitario, le pido un paso más, olvidarse del pasado si quiere ser un verdadero político.  Antes, debemos aclarar que lo que esconde Errejon es el carácter instrumental del "demos" en toda aspiración totalitaria construida por las clases medias desde el principio del siglo XX. Nacho no quiere esconder, pero si equivocarnos cuando diluye estos aspectos en el discurso del falangismo y critica, forzada e injustamente, al fascismo italiano como un simple aliado de las clases dirigentes en Italia - cómo adscribir a M. Bianchi y los demás sindicalistas como tales- . Pero, como no dejo de repetir, la construcción del modelo fascista - me gustaría por un momento separarlos del nazismo- se basaba contingentemente en que la I Guerra Mundial había creado como modelo general de hombre burgués  político, el del militar desmovilizado; amante del orden, de la voluntad, de la disciplina, del uniforme. Este no transige, en plena crisis política, con la pujanza del socialismo y un parlamentarismo que había llevado a Italia a que, a pesar de su victoria, toda parecía una derrota en el país y en nuestro personaje. Si,  pudiera ser que la guerra también provocara que el burgues se encontrará empobrecido, desapoderado, expulsado al mundo proletario - " lo bárbaro"-. Hoy, las clases burguesas construidas por el Estado del Bienestar muestran parecidos temores a la crisis económica pretendiendo de nuevo encontrar culpables, identificados como la troika y, en algunos países, la inmigración. Pero su reacción no es violenta, se "traduce" según su habitat moderno. La hegemonía ideológica de la socialdemocracia produce el efecto de que, salvo en pocas ocasiones, no se recurre al modelo fascista (falangista, lo siento) como "reacción", sino a modelos políticos de corte participativo que le "empodere" de nuevo al burgués - entendido como "urbanita"- como actor comunitario. De ahí la diferencia que hace Errejon sobre el movimiento del 15M entre los grupos de individuos "concienciados"  y los que critican sólo la falta o lejanía que hay entre la política real y los ciudadanos. Necesita dejar claro que no pertenece al segundo, para alejarse claramente del fantasma populista.

II.-

El día de la presentación del libro en Madrid, entraron en liza otras cuestiones diferentes. Es difícil que un auditorio insuflado por la misma enfermedad ideológica que el autor, se de cuenta de la anterior reflexión. Por contra, lo que le reclamaron varios intervinientes (R.T y Manuel Galiana), fue  fidelidad a la idea y a su "interpretación de la historia". Sinceramente, estuve a punto de intervenir, pero al no haber leído el libro me corte. Me sorprendía que reclamaran, a quien hace de su vida literatura, fidelidad a la realidad. Como si fuera un historiador.  Nacho no lo es ni lo quiere ser; cuando habla de su historia, necesita - como todos- mitos e imágenes. Y la mitología/imaginería no es historia, ni necesita serlo. Esta, desde sus orígenes, nos muestra una serie de pulsiones, deseos e ideas muy humanas a través de historias reales o no. Cuando Nacho acude a Churchill o a Donetsk o a su Ford o a la Revolución de los Claveles (símbolo  de un amor apasionado y compartido por ese Portugal que todo español tiene en su corazón como pulsion atlántica) no hace más que "usarlos" para lanzarnos sentimientos o ideas. Si de algo debo quejarme es que no se explaye en las entradas a cada grupo de crónicas, donde sorprende con citas de sus autores, lugares preferidos y una pequeñas líneas que sirven de introducción . Aquellos que estamos en su vida desde largo, nos gustaría que hubiera prolongado una crónica más personal, menos político/retórica. Algunos, sabedores de que nuestra banderas ya solo se encuentran en la memoria y corazón, pudiéramos desdeñar la crónica política; pero haciendo esto erramos, porque el alma del escritor que hay en Nacho sólo lo mueve el riesgo supremo de lo público, aún sabiendo que no hay fortuna en su viaje. Es más esta Parada de Postas va prolongando una agonía política que lo es del falangismo. A mi me pasa lo mismo cuando voy a ver toros en las Ventas, se que no habrá quien me comprenda dentro de un siglo.


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