Drago, nuevo amante de Madame Le Pen? (II)



Siempre creo que mi apatía al  escribir se encuentra en la idea, cierta, de que muchos, antes y en el futuro, dirán mejor lo que yo pienso. Esta creencia ha disminuido mi producción "científica" (es un decir), pero también estos pequeños comentarios sin demasiado sentido.

De nuevo, en esta ocasión, esa sensación se me ha reproducido al leer hoy el Articulo de Arcadi Espada: "Errores, y luego crímenes", publicado en el Mundo. Estoy casi íntegramente de acuerdo con lo que dice, identificando a Drago, cuando nos indica: "como un claro y letal subproducto de la corrección al uso cada vez hay mayor número de personas tentadas a considerar que la incorrección a disgusto es sinónimo de la verdad, de verdad amarga , como amarga, atrozmente verdadera. Así cuando ante las declaraciones de Madame Le Pen se despliega principalmente la artillería moral se corre el paradójico riesgo de la legitimación técnica. De ahí  la conveniencia de dejar la moral para los postres y empezar por lo que importa".   Después, empieza mi desacuerdo, dado que si bien es cierto que "el éxito de los populismos reside en la relación inversamente proporcional entre la facilidad de comprensión de sus propuestas y la imposibilidad de su aplicación", dudo del automatismo de su última reflexión: "Dejar a los inmigrantes sin derechos de los naturales ofende una ley moral igualitaria implantada en las sociedades libres. Pero no sólo por ello es de imposible aplicación; es el propio mundo, felizmente globalizado, el que conspira contra la propuesta de un modo mecánico, neutro, devastador". No, no es tan cierto, y como muestra el botón de la  propuesta del Gobierno alemán de reducir la inmigración mediante una restricción de derechos - nosotros, no nos atrevemos a indicar tan claramente la finalidad cuando restringimos el derecho de salud a la inmigración ilegal, por ejemplo-. De ahí que la opinión extrema de Madame Le Pen esté en la propia lógica del sistema europeo, no de derechos humanos, sino de la economía política. Quien ganará, la ideología de la ilustración  o la del mercado, no está claramente determinado.

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