Infancia y emoción
“Las imposiciones ideológicas y
emocionales en al infancia persistirán en la edad adulta porque están ancladas
en la materia neuronal del sistema límbico cerebral” (J.M. Rodriguez Delgado,
2001).
Iglesia de Nuestra Señora del
Carmen donde Victorina y mi abuela Dolores me llevaban a rezar el Rosario el mes de Mayo. Ambas pertenecían a la Orden Tercera del Carmen, cuando entraban en la iglesia se ponían un
escapulario de tela con su escudo. El templo permanecía en penumbra, se oían las letanías, monótonas: “Regína angelórum, Regína patriarchárum Regína
prophetárum Regína apostolórum, Regína mártyrum. Regína confessórum, Regína
vírginum, Regína sanctórum ómnium, Regína sine labe originali
concépta, Regína in cælum assúmpta, Regína sacratíssimi rosári,. Regína
familia, Regína pacis….. Nos poníamos a medio camino entre la cruceta y la
entrada. Allí, donde olía a cera y perfumes dulzones de las señoras mayores, me
quedaba por momentos en silencio. Y sigo haciéndolo pero ya no están allí
ninguna de las dos, con sus rostros blanquecinos, dulces, hermosos, arrugados,
dispuestos al abrazo.
¿Dónde encontrar otro lugar al
que acudir a protegerse de la noche cerrada, de las sombras que allí circulaban
en un Madrid, de los miedos infantiles?
Ayer, viernes, tomando un café con Lucia, la mujer del "Chino", conversábamos sobre las "razones" extrañas de nuestras decisiones; ella había elegido que sus hijos se inscribieran en un colegio del norte de Madrid, simplemente por el olor - es más opinaba que el Colegio tenía demasiado cemento-. Sin embargo, le recordaba a su colegio. Me dijo, sentía tranquilidad. Pensativo, entendía que sus motivos eran correctos.
Ayer, viernes, tomando un café con Lucia, la mujer del "Chino", conversábamos sobre las "razones" extrañas de nuestras decisiones; ella había elegido que sus hijos se inscribieran en un colegio del norte de Madrid, simplemente por el olor - es más opinaba que el Colegio tenía demasiado cemento-. Sin embargo, le recordaba a su colegio. Me dijo, sentía tranquilidad. Pensativo, entendía que sus motivos eran correctos.
Esta semana la gente reproduce "entre dos aguas" de Paco de Lucía como mantra de homenaje. Como siempre espléndidamente, hoy Arcadi Espada nos cuenta la intrahistoria de la canción en el Mundo. Y, sin embargo, no siento ninguna emoción. Los que no me conocen no saben de mi afición flamenca. Una afición absolutamente tendenciosa contra una época (años 70) que determina un modo de hacer que no me gusta. El cajón me da dolor de cabeza y los solos de los guitarristas me aburren. Por eso me acuerdo más del Morao o de Diego el del Gastor o de Enrique de Melchor que de Lucia, cuyas guitarras límpías, claras, atentas, siempre consiguen sacarme un momento feliz en el más aciego de los días.
Se pretende hacer del pasado un campo único, de rememoranza general para todas las edades. Sin embargo, entre las distintas generaciones y dentro de ellas, entre los diversos grupos sociales, sujetos y familiares, existen muchas diferencias. Siento cada día más necesario sacar una serie de momentos de un pasado absolutamente superado por una España tan moderna y europea que uniformemente dice un constante "si" a la modernidad.
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